Aun así me siento contento pues has venido aquí, a hablar con tu conciencia por un rato. Haz comenzado a orar y a meditar sobre lo que pasa contigo: sobre los momentos en que pierdes el camino y no sabes adonde ir.
Y ahora ya lo sabes, querido Fígaro. (En realidad siempre lo has sabido).
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